Por: Darío Botero Pérez
darioboteroperez@gmail.com
Torpezas de expertos
La gravísima situación en Haití exige soluciones urgentes y atinadas. Altamente eficaces; capaces de resolver los problemas acumulados durante décadas, no sólo los emergentes a raíz del terremoto.
En consecuencia, la guía indispensable tiene que ser el reconocimiento de su dignidad intrínseca a todos y cada uno de los haitianos, hasta ahora siempre pisoteada.
Basta de calificar de saqueadores a los famélicos desesperados, cuya ayuda –que les pertenece porque la comunidad internacional se las donó- no han sabido entregárselas, con solvencia profesional, los "expertos" internacionales que se han atribuido la operación excluyendo a quienes podrían hacerlo bien, si les diesen la oportunidad, pues se moverían entre los suyos y en su terreno.
Pero, en todo el mundo, las instituciones conocidas, jerárquicas, burocratizadas y obsoletas, no están en condiciones de reconocerles a los seres humanos normales, ajenos al poder y a los potentados, su calidad de dueños y usuarios de cerebros.
Los tiene sin cuidado que los de los oprimidos sean, muchas veces, superiores a los de quienes se creen mejores, y únicos con derecho a usarlos, porque siempre han gobernado.
Mucho menos estarían dispuestas a que los analfabetas "ignorantes" –en que se han esmerado por convertir a los haitianos, entre tantas víctimas más de las sociedades jerárquicas de la Historia- participen en el control de sus propias vidas o, al menos, en el manejo de lo que la solidaridad global les ha obsequiado, y que no falta quien quiera robarles.
Si lo hace el pueblo en su propio beneficio, le dará la experiencia suficiente para convertir la "isla de la libertad" en el modelo a seguir por los demás, una vez recuperada su soberanía y el monopolio del poder, que a todos nos pertenece y en cuyo ejercicio cotidiano todos tenemos derecho a participar sin importar lo tímidos, lo osados, lo sabios, o lo ignorantes y hasta brutos que seamos.
Tenemos que superar la interesada ineptitud de los presuntos "expertos", y denunciar sus arbitrariedades, entre las que sobresalen las agresiones a los sobrevivientes por parte de tropas extranjeras insensibles.
Tenemos que denunciar y rechazar el abuso de USA que, por sí y para sí, ante el mundo alelado, se ha apoderado del control del aeropuerto de Puerto Príncipe, e insiste en invadir militarmente el país para reprimir a quienes se rebelen o exijan un trato digno.
Según el eufemismo de los totalitarismos, su colaboración tiene el "loable" propósito de "conservar el orden público". Pero, en los hechos, constituye la notificación de su vocación imperial y su decisión de aplastar a los débiles para proteger a los fuertes.
Tenemos que seguir denunciando su macabro proyecto de apropiarse de las ayudas económicas, a nombre de dos genocidas bastante conocidos, Bush y Clinton, aprovechando que en Haití no existen organizaciones sociales ni instituciones públicas dignas de confianza.
Debemos insistir en la oportunidad que se le presenta a este pueblo para darle ejemplo a la humanidad, asumiendo su destino y adoptando las medidas acertadas que los intereses creados de los potentados y sus sirvientes les impiden tomar a los pueblos de otros países.
Puede convertirse en nuestra guía universal para ingresar a la Nueva Era, si diseña y adopta las instituciones horizontales, planas, no jerárquicas, que nos permitan a todos realizar nuestra igualdad esencial, desplegando todos nuestros talentos y cumpliendo todos nuestros sueños.
A un costo inmenso, que no tenemos derecho de aumentar, Haití puede volver a ser ejemplo de civilización, creando las instituciones que demanda el presente para que podamos confiar en que tendremos futuro.
En beneficio de la vida, de la humanidad y del planeta, estamos obligados a evitar que se extinga en manos y por obra de nuestros grandes enemigos, los halcones sionistas y wasp, y sus miserables cómplices.
Medidas básicas
Las labores de limpieza de escombros y de rescate de víctimas aún vivas, tanto como la recuperación de cadáveres y la reconstrucción de la infraestructura urbana, pueden adelantarse privilegiando el empleo de la abundante mano de obra que ha quedado ociosa, o que estaba desocupada desde antes.
Las máquinas poderosas que las multinacionales están ansiosas de venderles, apenas deben utilizarse para tareas que los habitantes no puedan desarrollar con sus propias manos.
La rapidez de las operaciones, que es fundamental para el posible rescate de víctimas con vida, queda garantizada por la abundancia de brazos disponibles.
La creación de albergues bien dotados es urgente, y sería un medio polivalente, especialmente adecuado para brindarles un trato digno a las personas afectadas por el desastre, ofreciéndoles oportunidades de supervivencia y desarrollo.
Estos lugares facilitarían la centralización de las ayudas y la conservación del orden público, ahora amenazado por la incapacidad logística de los "expertos" para atender a las víctimas adecuada y oportunamente. En vez de ofrecerles soluciones auténticas, prefieren afrentarlas y reprimirlas, como si el castigo que les infligió la naturaleza no fuese suficiente.
Serían concentraciones humanas que permitirían una administración ágil y eficaz de la emergencia social y económica.
Servirían para resolver diversos problemas de una vez, mediante el ejercicio directo de la democracia directa por la ciudadanía, garantizándoles a los pobladores el reconocimiento de sus derechos y el respeto a su dignidad, tan pisoteada para las mayorías, en todas partes, debido a la enfermiza organización social dominante en la Historia.
Su conformación, con núcleos sociales afines, siempre que sea posible, permitiría la reconstrucción del tejido social mediante la auto organización para la gestión comunitaria de sus vidas, en lo que tiene que ver con los asuntos comunes que las llamadas autoridades suelen reservarse.
La necesidad de cubrir las variadas necesidades de las personas conduciría a la creación de escuelas, hospitales, comedores comunales, lavanderías y muchas instituciones más, incluyendo templos o lugares de culto que, mientras satisfacen sus necesidades espirituales, podrían explicarles a los supersticiosos habitantes que la causa de la tragedia fue el movimiento de las placas tectónicas y no el culto del budú.
Allí no sólo se atendería a la población sino que la población misma hallaría otras fuentes de empleo que le ayudarían a superar el lamentable estado en que se encuentra, y que los potentados desearían mantener para no perder sus privilegios ni la oportunidad de lucrarse con lo que la solidaridad mundial ha destinado para las víctimas.
Además, favorecería el desarrollo de un proceso de identificación de todos los habitantes, creando una base de datos única a la mayor brevedad, alimentada desde sitios diversos cercanos a la ubicación de las víctimas o en los mismos albergues provisionales.
En ella se recopilaría toda la información necesaria para la identificación de la persona, incluyendo su fotografía. Se anotarían su condición, sus necesidades y sus habilidades, a fin de brindarle la atención y la ocupación adecuadas a su situación y disposición.
Así se podría incorporar en la búsqueda de soluciones a las víctimas, como seres dignos y activos, en vez de cómo incapaces pasivos, a los que hay que vigilar, domesticar y controlar.
Sería una manera acertada de brindarles ocupación e ingresos a los desamparados, en vez de tratarlos como minusválidos inútiles, incapaces de cuidarse a sí mismos, de dirigir y organizar sus vidas, y de convivir como ciudadanos adultos, libres y maduros, sin la tutela de unos extranjeros arrogantes, más interesados en lucrarse del dolor ajeno que en mitigarlo, y ajenos a la cultura del pueblo que están suplantando a título de ayudarlo.
Démosles la oportunidad a los haitianos rasos; tratémoslos como a semejantes.
No le hagamos el juego al dúo Bush-Clinton que Obama pretende convertir en el gran protagonista de la reconstrucción, siguiendo las instrucciones de sus amos halcones, desesperados por su inevitable decadencia y añorando el mundo que les había permitido posar de potentados pero ya les pasó cuenta de cobro por su incapacidad, sus torpezas y sus crímenes.
No permitamos que prospere la guerra que los salvaría, acabando de arruinar a la especie y de devastar el medio ambiente. Más bien, deshagámonos de ellos y salvémonos junto al mundo y las demás especies.
Ese es el desafío para los mansos de corazón que poseerán la tierra y disfrutarán un mundo de paz. ¡Luchemos para hacerlo realidad!
¡Renunciemos a seguirles sus pasos a los condenados reacios a pagar sus culpas!
Si quieren guerra, que se enfrenten a la humanidad sana, pacífica y unida; que tomen las armas en sus manos y no abusen de los jóvenes idealistas, convirtiéndolos en asesinos desalmados dedicados a atacar gente pacífica e inerme en tierras lejanas.
Darío Botero Pérez (darioboteroperez@gmail.com)
Dir. Gral. OBNU
*Jesús Becerra
Dir. Regional OBNU Zulia /Asesor
*Ángel Sánchez
Dir. Asuntos Fronterizos e Indígenas.
*Marcelo Guerra Regnault
Dir. Coord Medios Alternativos
*Katerine Tovar
Embajador Popular OBNU-Venezuela
*Gabriela Elizabeth Duran.
Directora Adjunta
http://www.obnu.vox.com
http://organizacinbolivarinadenacionesunidas.blogspot.com/
Telf:+584160591596
El gran poder mundial no ha encontrado aún el arma para destruir los sueños. Mientras no la encuentre, seguiremos soñando, es decir, seguiremos triunfando'...
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