O.B.N.U: HISTORIA ¿SAGRADA?

martes, 20 de noviembre de 2012

HISTORIA ¿SAGRADA?

Darío Botero Pérez

Para la llamada cultura occidental, la Biblia es un libro bastante conocido, que está al alcance de cualquiera que desee leerlo, al menos ahora que no es pecado para los católicos ni para los fieles de otras sectas cristianas empeñadas en mantener como borregos a los creyentes.

Recoge enseñanzas asombrosas y crímenes incomparables, como cualquiera lo puede constatar, si es honesto y digno. En consecuencia, quienes tengan suficiente amor propio podrán juzgar la moral que inspira a los sionistas que se benefician de la fe de los judíos, tan oprimidos y recurrentemente castigados por los herederos de Aarón.

Pero la calamidad del sionismo no afecta sólo al díscolo pueblo descendiente de Jacob, pues pretende que se trata de un pueblo superior al que dios le habría regalado las tierras ocupadas por lo que conocemos ahora como palestinos, de modo que desde los más remotos tiempos se han propuesto extinguirlos y expropiarlos. Y son demasiados los testimonios bíblicos al respecto. También es claro que el mismo destino nos lo han trazado a los demás gentiles o herejes, para mayor gloria de Yahvé.

Las referencias son múltiples, de modo que es imposible negar el significado de esas obsesiones para la especie humana. Sin duda, el sionismo representa la ideología más persistente, peligrosa y disolvente sufrida por todos, ya sean judíos o gentiles.

El propósito juiciofinalista siempre guía las proezas del pueblo sometido a tales ideas teocráticas, de modo que no dejan de perseguir el despojo de los palestinos, que sería una condición para realizar el “plan de dios”, cuyo cumplimiento exige la destrucción de la biosfera, lo cual se les facilita a los verdugos de Israel con sus bombas atómicas y con el arsenal de la gran colonia sionista en América, tanto como con sus adefesios genéticos, su gran minería, sus gigantescas obras de ingeniería y demás bestialidades portentosas, incluyendo el aterrador proyecto HAARP y similares.

Como son verdades inobjetables que cualquiera puede verificar, no podemos olvidar que los actuales fundamentalistas que oprimen a los judíos en Israel, continúan decididos a conquistar la “tierra prometida”, cuyos territorios estarían conformados por lo que se establece, entre otros libros, en el Deuteronomio, cap. 1, versículos 6 a 8:

“El Señor nuestro Dios nos dijo esto en Horeb: ‘Ustedes han estado ya mucho tiempo en este monte. Recojan sus cosas y vayan a las montañas de los amorreos y a todas sus regiones vecinas: el Arabá, la región montañosa, la llanura, el Néguev, la costa, el país de los cananeos y el Líbano, hasta el gran río Éufrates. Yo les he entregado el país; vayan y tomen posesión de la tierra que yo, el Señor, juré dar a los antepasados de ustedes, es decir, a Abraham, Isaac y Jacob, y a sus descendientes” (Tomado de la edición de Sociedades Bíblicas Unidas, “Dios habla hoy”, 1983,1987)

Evidentemente, el peligro es real y no mera invención de unos presuntos antisemitas, pues lo sionistas -para camuflar su megalomanía y disolver su culpa en una población civil tan inocente, inerme y víctima de sus líderes, gobernantes, militares y clérigos, como cualquiera- se esconden bajo el origen racial del pueblo judío, una de cuyas ramas tardías gestó a Abraham, de modo que no todos los semitas son judíos, así como todos los judíos no son sionistas, ni todos los musulmanes son yihadista, ni todos los cristianos, cruzados asesinos.

Como sabemos, para adquirir la capacidad suficiente para realizar su sueño, los sionistas se han especializado en finanzas, pues saben que quien controla el dinero en una sociedad mercantil dirige esa sociedad y puede apabullar a los ciudadanos.

De ahí la persistencia de la crisis financiera y económica que tiene a la Humanidad al borde del colapso, no porque haya perdido su capacidad productiva sino porque los especuladores sionistas se empeñan en impedir que la ejerzan negándoles liquidez a los agentes de la economía real para poder afrentarlos y humillarlos a todos, pues su dependencia del convencional dinero los torna bastante vulnerables.

Cualquiera que desee conocer la verdad, basta con que sea sensato e intelectualmente honrado para confirmar lo que estoy afirmando desde hace años.

Ante el enorme peligro que representa la actual ofensiva contra los palestinos, aunada a la inestabilidad social y política generada por la persistencia del asesino Bashar al Assad en Siria, que ya está haciendo metástasis a los demás países de la región (constitutiva de la “tierra prometida”), conviene recordar que la guerra es la única solución que conciben los enemigos comunes para mantener sus insostenibles privilegios de semidioses.

Por eso se repite la situación de hace cuatro años, con los ataques genocidas contra la Franja de Gaza justificados con excusas deleznables. Pero ahora el peligro es mayor porque ya los sionistas están demasiado desenmascarados. Su pretexto de que atacarlos es antisemitismo ya no les funciona.

Sin embargo, los desalmados dirigentes extremistas de Israel desean conservar el poder contra el deseo de las mayorías sanas que quieren arrebatárselo para impedir que causen ese Juicio Final (que los obsesiona porque lo consideran su obligación ineludible con su dios, el caprichoso, desalmado y excluyente Yahvé).

Parece que esta interpretación es fiel a la atroz realidad que a todos nos amenaza.

Como no se trata de oportunismo sino de un peligro persistente y real que todavía estamos en condiciones de impedir que se consolide y nos desborde, me permito enviar de nuevo un artículo de diciembre de 2008 en el que denuncié la situación, y cuya actualidad es asombrosa, pues hasta los mismos canallas sionistas que se esmeraban en desatar el holocausto siguen al mando del engañado pueblo. Y esperan continuar en el poder, para lo cual les conviene que la guerra cuaje antes de las elecciones en las que existen serios indicios de que los judío decentes se librarán de sus verdugos.

La diferencia es que entonces vivíamos la ilusión despertada con la elección de Barak Obama, y ahora se sabe que no es más que otro títere de la Continuity of Govermment que dirige la política interna en USA desde los tiempos de Eishenhower. En Israel, Ehud Olmert era quien ejercía como primer ministro pero ahora, aunque sigue en el gabinete envenenado a la Humanidad, el primer ministro es otro notable genocida, Benjamín Netanyahu.

Lo transcribo haciendo votos para que suceda lo que las mayorías quieran en vez de lo que nos han decretado los enemigos comunes: ese 1% de potentados infames que se creen superiores al resto de mortales humanos y que tenemos que vencer para enterrarlos junto a la Historia, si aspiramos a un futuro luminoso, civilizado y realmente superior al que nos ofrecen los parásitos del mayor nivel. Esto es, los abusivos potentados.

HISTORIA ¿SAGRADA?

Darío Botero Pérez

La tesis de que el derecho de defensa autoriza a matar inocentes, constituye en sí misma un crimen contra la humanidad.

Fuera de demostrar la cobardía del criminal (o guerrero) –temeroso de enfrentar al enemigo directamente, lo que pondría en peligro su “indispensable” existencia de asesino y peste de la vida-, busca apabullar a la población civil para imponerle condiciones oprobiosas de subsistencia.

El caso del medio oriente es el más persistente y vergonzoso en la historia.

Su origen proviene de la errancia de Abraham, quien se enamoró de la tierra de los ancestros de los actuales palestinos, lo que después le permitió a Moisés declararla la “tierra prometida” a los judíos por Yahvé, su dios particular.

Por ella arrasaron pueblos enteros, y en su libro sagrado, la Biblia, lo describen con pelos y señales y se ufanan de ello.

Ahora hacen lo mismo.

Su propósito sionista sigue siendo arrebatarles sus tierras a los palestinos.

Muchos de éstos, desesperados, se han visto obligados a acudir a actos terroristas, censurables y contraproducentes, pero que responden a la agresión armada de los judíos, oficializada por la ONU desde 1947 con la arbitraria creación del Estado de Israel en la patria ancestral de sus anfitriones históricos, que les cercenaron y ocuparon “legítimamente” en 1948.

Todos los gobiernos de USA, profundamente influenciados por el poder sionista, han tolerado y patrocinado este abuso mesiánico e infundado de un pueblo que se considera el elegido por Dios y superior a los demás, a los que desprecia y excluye de sus teorías de la creación.

Sin pretender negarles su derecho a existir y hasta a disponer de un territorio propio, no podemos reconocerles ninguna superioridad ni derechos divinos a territorios ocupados por otros pueblos desde épocas inmemoriales.

Por eso, su ocupación de los territorios palestinos, el hacinamiento y la separación de las familias por barreras infames, el asesinato de civiles inermes mediante bombardeos indiscriminados que se quiere hacer pasar como ataques a Hamas o a cualquier grupo terrorista, la discriminación cotidiana, la humillación permanente, el acoso constante, el ambiente de terror, todos son hechos que constituyen crímenes intolerables que la humanidad no puede seguir soportando.

De ahí la indispensable nueva época de la que la elección de Barak Obama puede ser uno de los signos más llamativos, aunque su sustento somos todos los ciudadanos conscientes, resueltos a conquistar un mundo digno para todos y a combatir a todos y a todo lo que lo impide.

La masacre israelí a Gaza, iniciada el 27 de diciembre, es otro crimen contra la humanidad. Ehud Olmert es un asesino genocida. No tiene derecho a ampararse en la “legalidad” de su Estado para masacrar inocentes y propalar que lo seguirá haciendo, sacrificando miles de palestinos por cada víctima israelí pues sus convicciones religiosas los inducen a creer que eso es lo equitativo por ser el pueblo elegido.

¿Lo permitirá la humanidad o el criminal tendrá que ocultarse, como Osama Bin Laden? Las protestas multitudinarias sugieren que ya esos atropellos son intolerables. Como lo son las autoridades corrompidas que los patrocinan y pretenden justificarlos.