LA HECATOMBE por: Darío Botero Pérez
“Todo se paga en esta vida”, dice la sabiduría popular. Pero los bandidos, enceguecidos por su ambición y prevalidos de su falta de escrúpulos, no lo entienden; o consideran que pueden evitarlo, hasta que se les llega la hora de rendir cuentas.
Suponen que extremando sus abusos podrán engañar a los mismos dioses. Sin embargo, cuando los aqueja su inevitable decadencia, el crujir de dientes es sonoro e incontrolable. Sus actos se vuelven erráticos, y su soberbia deviene en pavor humilde frente a sus jueces.
Ejemplarmente lo ilustra la situación de Manuel Antonio Noriega, un socio incondicional, pero díscolo, del Imperio. Éste lo utilizó, como a Sadam Husein, al sacrificado Uribe Vélez y a tantos vendepatrias más, hasta que decidió que ya no le servían y resolvió sacrificarlos.
El otrora dictador panameño fue un íntimo socio de la república mafiosa instaurada en Colombia desde el gobierno ilegítimo de Misael Pastrana Borrero, y a la que tanto contribuyó el cínico “pollo” López, cuyos tratos con el pelele centroamericano son requete conocidos. Inclusive, varios de los actores están vivitos y coleando, buscando seguir sacrificándose por la patria, y pendientes para que no les cobren sus delitos.
De todos modos, en la conversión de la patria en un país inviable sometido a los narcotraficantes de derecha, Álvaro Uribe Vélez ha cumplido un papel protagónico, desde sus inicios, hasta el punto de que la llevó a la cima de su expresión política.
Lo demuestran su presidencia, manejada por el primo José Obdulio, tanto como la invasión del Congreso por tantos paramilitares con ínfulas de parapolíticos; quienes no pasan de ser asesinos y ladrones cuasi analfebatas, bastante parecidos a la fronda burocrática nombrada por Uribe y copada por bandidos cínicos, desabrochadamente corruptos y saqueadores del erario y de las riquezas naturales de la patria.
Uribe los nombra; predica que son impecables, aunque sus antecedentes indiquen que no lo son, y pretende defenderlos de cuenta del presupuesto público cuando se conocen algunas de sus “irregularidades”, de modo que no es fácil que los jueces las ignoren gratuitamente. Además, contra todas las evidencias, continúa insistiendo en que son inocentes, lo cual no le cuesta dificultad, pues es un mentiroso bastante avezado; más entrenado que los caballos de paso fino criados por su “padrino” Fabio Ochoa (q.e.p.d.), de los que se valió para convertirse en un chalán y un notable domador.
Ahora, contra sus propósitos deliberados y confesos por eternizar sus políticas totalitarias y anticonstitucionales, irónicamente le correspondió crear las condiciones para darle el golpe final al aterrador empeño por convertirnos en un país paria, según lo ha decidido USA.
Afortunadamente, han quedado al descubierto las maniobras antipopulares y proimperialistas de los potentados, características de las oligarquías criollas de nuestros países, desde las “independencias” del s. XIX , e intensificadas desde hace cerca de 40 años.
Estaban, y siguen estándolo, resueltos a convertirnos en otro país inviable o fracasado, a la luz de las doctrinas del neoliberalismo y según el modelo haitiano. Hasta los más crédulos partidarios del gurú; de sus huestes de bandidos asesinos, mentirosos y ladrones, y de sus políticas canallas, están admitiendo que fueron engañados, lo cual le duele a todo aquel que tenga sangre en sus venas, y lo impulsa a vengarse.
De ahí la sensible desbandada registrada en las encuestas, lo que impedirá que el costoso fraude electoral, preparado para el 30 de mayo, pueda ser admitido por los testigos y las víctimas tan fácilmente como el del 14 de marzo.
También es un indicio de los castigos que se le vienen a la camarilla narconeoliberal que ha pisoteado nuestra institucionalidad, tan precaria pero tan preciosa para evitar la brutalidad y la violencia en las relaciones sociales, y para reducir las gestiones criminales de los politiqueros clientelistas y corruptos, siempre acostumbrados a la “coima” bajo la modalidad del “serrucho”.
Si pudo impulsar sus canalladas al comienzo de su gobierno, e imponerlas durante varios deplorables años, llevándonos al borde de la ruina y la disolución sociales; mimado por los medios de comunicación al servicio de los potentados, que se dedicaron a endiosarlo con el mito del “hombre teflón”, presentándolo como un ser providencial cuyos delitos le resbalaban y cuyos expedientes delictivos fueron ignorados; ahora nadie le cree ni lo apoya.
Sólo los delincuentes que han prosperado a su sombra siguen defendiendo sus traiciones a la patria; sus genocidios; sus saqueos; sus abusos y sus mentiras; su patrocinio al sucio negocio de las drogas sicodélicas, que se fortalece con la perversa ilegalización; su fomento a la guerra regional que contribuiría a la estrategia bélica de los potentados, dirigida a ocultar la crisis definitiva del sistema oprobioso…
Quienes siguen defendiéndolo no son simpatizantes engañados sino bandidos “legítimos”, cómplices y patrocinadores del Supremo, arrepentidos porque les fallaron sus burdos cálculos políticos, y desesperados porque todos sus maquiavélicos planes, elaborados por el primo erudito, brutito y cínico, José Obdulio Gaviria, se les han desmoronado.
Definitivamente, la sabiduría de los aforismos populares es incuestionable. Y Bertolt Brecht tenía toda la razón cuando afirmó que “No es posible mantener engañado a todo el mundo todo el tiempo”.
Los socios del crimen, reunidos alrededor de Álvaro Uribe Vélez en grupúsculos de bandidos como el PIN o el partido de la U, presienten y resienten que les llegó la hora del juicio.Los ciudadanos engañados, cada vez se tornarán más severos y tenderán a cobrarle a Uribe los crímenes de casi 40 años de república mafiosa y neoliberal.
Pero, para la reivindicación de la sociedad y la recuperación de una senda decente de progreso, no basta con castigar al más notable payaso del circo criminal. Toda la troupe es culpable, y todos tendrán que responder por sus crímenes.
Para satisfacer a sus dioses, la hecatombe requiere, al menos, cien bueyes. Y Uribe, a pesar de su megalomanía, apenas es un buey. Sus parientes pueden concurrir al homenaje, pero los demoníacos Santos, las Noemís y todas las lacras que se han beneficiado del asqueroso estado de cosas que han impuesto mediante maniobras sucias, también tendrán que ser parte del sacrificio reparador que nos reconcilie con el Corazón de Jesús, nuestro patrono tradicional.
Si recuperamos la decencia, puede que nos forjemos un futuro digno, ajeno a la sujeción al decadente imperio, tan ruin, hipócrita y detestable. Tan letal para todas las formas de vida y hasta para la materia supuestamente inerte.
Ya estamos despertando. Y no volveremos a renunciar a nuestros fueros ciudadanos ni a confiar en redentores.
La causa de la salvación nos corresponde a todos, y es indelegable
El uribismo es una cueva de Alí Babá, cuyos integrantes se despedazarán mutuamente cuando falte el patrón, o cuando ya nadie decente le crea ni lo admire. Es lo que estamos viviendo y viendo.
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