¡QUÉ OLA, OLE!
Darío Botero Pérez
CONTENIDO
¡Consumismo o vida! 1
Proezas de potentados. 2
Posibilidad de dignidad. 3
"Soluciones" de los enemigos. 4
Derrumbe de la república mafiosa. 5
Amenaza mundial 7
Oportunidades civilizadoras. 7
¡Consumismo o vida!
"Seamos realistas, pidamos lo imposible"
Esta sentencia parece una contradicción, pero es una paradoja.
Y las paradojas son de las herramientas racionales más poderosas, pues reflejan el pensamiento complejo, desbordando el raciocinio simple que parte de premisas aparentemente ciertas, cuando no meramente convencionales y poco ajustadas a la realidad.
Con la pretensión de acallar la sabiduría de los clásicos, de tan precario vigor es la estirpe de las premisas empleadas por la economía vulgar o acientífica. Ésta cree que aplicándoles cierta lógica formal, aunque bastante laxa, a sus absurdos, devendrá en ciencia; y que se hará invulnerable si le meten matemáticas avanzadas que atemoricen a eventuales críticos.
Las aterradoras consecuencias de semejantes exabruptos teóricos han alcanzado su cúspide con el neoliberalismo, conformado por la más letal colección de estupideces y dislates. Es toda una pléyade de afirmaciones que niega hasta los más elementales principios de la economía política, de modo que sus resultados no pueden ser más que azarosos.
Sus sofismas nos han traído al borde de la extinción. La amenaza es tan grave y seria que hasta los potentados menos brutos y más sensibles tendrán que reaccionar.
Pero no son ellos (los culpables) sino las mayorías humanas (las víctimas) quienes tenemos que apersonarnos de nuestras vidas y garantizar las condiciones biológicas propicias, amenazadas por el consumismo criminal.
De ahí la sabiduría del epígrafe: Si osamos ver la realidad, la única solución posible a la amenaza de extinción es atrevernos a lo "imposible". O sea, nuestra obligación es quitarles el poder a las lacras que creen que las soluciones son imposibles, pues implementarlas los perjudicaría.
Pero, para las mayorías, las soluciones ya están inventadas, de modo que son posibles. Más aún, son indispensables, inevitables y urgentes, si aspiramos a conservar el hogar común y conquistar la dignidad para todos, incluyendo a los potentados que nos la niegan a los demás.
Proezas de potentados
Las canalladas de la British Petroleum Company y las abyecciones de Obama son llamados perentorios para que reaccionemos, a no ser que nos hayan contagiado la abyección y, por tanto, el desastre en el Golfo de México nos tenga sin cuidado.
Recordemos que Milton Friedman, padre del capitalismo salvaje, eufemísticamente llamado neoliberalismo y mucho más conocido por este nombre, exime de responsabilidad social a las empresas.
Desde luego, a la luz de semejantes teorías, la BP es inocente. Más bien, merece ser indemnizada por sus pérdidas, como lo han sido los emporios financieros dedicados a la estafa masiva.
Sus directivos, como los de Goldman Sachs, merecen conservar sus altos niveles de ingresos pues, sin duda, son bandidos superiores cuyos delitos demuestran su grandeza, de modo que requieren financiación por parte de los desamparados, naturalmente inferiores, como lo ilustra su miseria.
Para desagraviar a los petroleros criminales y decrépitos, no sería extraño que los halcones les asignasen derechos de exploración, perforación y extracción en los mares de Alaska. Así podrán compensar sus pérdidas y asegurarse de que su epopeya mortal continuará, a pesar del rechazo de la humanidad.
Al menos, ya está a punto de vencer la moratoria de un mes que impuso Súper Obama para castigar a los irresponsables petroleros sajones, tan malvaditos, por un crimen que aún no han enmendado, quizás porque las risa no los deja pensar claramente, o porque su ambición los volvió idiotas, como a Bush.
Esperemos a ver cuánto se demoran en dejar de burlarse de la humanidad prometiendo soluciones que no están seguros de que funcionen a pesar de demorarse tanto en implementarlas y de que el daño crece cada minuto que pasa sin obturar el roto.
Ya entendieron que con concreto lo pueden tapar, como hicieron los soviéticos con Chernobyl, pero siguen remolones, observando las aterradoras consecuencias de su crimen, con fruición, con innegable placer. Su hazaña los hará inmortales, de ahí la importancia de demorar las soluciones.
Sin la detestable presencia de los potentados, el mundo mejoraría ostensiblemente. Pero eso los disminuiría al igualarlos a los demás mortales, lo cual no están resueltos a tolerar de ninguna manera: ¡primero muertos que descoloridos!
La desviación ética que significan las estafas con los "productos" financieros o la deficiente dotación de los pozos petroleros, agravada con una negligencia evidente y criminal, no es obstáculo para sostener que se guían por la máxima expuesta en 1963 por Friedman en su libro "Capitalismo y libertad".
"En la empresa sólo existe una y solo una responsabilidad social: utilizar sus recursos y energías en actividades encaminadas a incrementar sus utilidades, mientras respeten las reglas del juego, lo que quiere decir que intervengan en la competencia libre y abierta, sin engañar ni cometer fraude". Esa es la directiva que nos tiene al borde del abismo, y que practican todos los capitalistas con ambiciones de potentados.
Posibilidad de dignidad
¿Será que nos resignamos a la suerte que nos han trazado los enemigos de la vida, o emprendemos lo "imposible"?
Si optamos por lo último, hagámoselo saber al mundo entero invitando a todos a que se sumen a nuestro grito soberano y libertario.
Para eso disponemos de Internet. Para eso sirven las redes sociales, el correo electrónico, los blogs y tantas cosas novedosas, poderosas y limpias, al alcance de todos; en particular del hombre nuevo que requiere la Nueva Era.
No tenemos derecho a seguir soportando las falsas morales ni la hipocresía constante de los potentados y sus lacayos. Se impone la verdad de las multitudes, que son invencibles.
Así sí habrá futuro para todos, en caso de que los daños ya causados no sean definitivamente letales e irreversibles, como parece que es la situación real.
Por eso, el esfuerzo tiene que ser global e inmediato. Debe manifestarse como una ola humana causada por el tsunami del capitalismo salvaje, que sea capaz de aplastar a sus promotores, los potentados.
"Soluciones" de los enemigos
La alternativa es permitir que prosperen los planes de guerra mundial, que tan avanzados van con las Coreas, y que han caldeado el ambiente en oriente medio y próximo, desde las invasiones USAnas a Afganistán e Irak.
Históricamente, la tercera guerra es el objetivo de los potentados sionistas desde la creación del Estado de Israel en la tierra de los palestinos, a título de compensación por los sufrimientos que les infligió el nazismo a los judíos, esos hijos favoritos de Dios, según sostienen en su megalomanía apocalíptica.
Por fortuna, en Latinoamérica han enfrentado obstáculos en la medida en que el golpe de estado en Honduras fracasó como factor de inestabilidad importante, y las vilezas del cipayo Uribe Vélez van saliendo a la luz, restándole capacidad de manipulación.
Rápidamente, quienes le creyeron sin conocerlo pero seducidos por sus promesas, ahora entienden que han estado engañados por el hijo de Alberto Uribe Sierra (un narcotraficante asesinado por las FARC); hermano del jefe paramilitar de la cuadrilla "Los doce apóstoles" (el tan mencionado Santiago), y primo del parapolítico Mario Uribe Escobar (a quien no le creyeron los centroamericanos que fuese un perseguido político, de modo que le negaron el asilo), entre tantas relaciones sucias del "impoluto" gurú de Salgar.
Respecto a los planes de guerra mundial, llama la atención el esfuerzo por provocar una reacción agresiva en Chávez, que justifique una respuesta bélica de Colombia, al mando de su salvador particular, el indispensable Uribe, fortalecido con las siete bases militares que les cedió a los halcones USAnos inconstitucionalmente, como es su costumbre señorial o, más precisamente, de caporal abusivo.
Sería la hecatombe que Uribe ha acariciado para perpetuarse en el poder.
Pero, aunque insisten en su estrategia, parece un recurso vano e inútil, pues es claro el uso desvergonzado y oportunista del gobernante del país hermano como un pretexto para desviar la atención, mientras en el nuestro el saqueo de la patria y los crímenes de Estado se agudizan.
No obstante, con cinismo y desparpajo, los delincuentes se empeñan en perpetuarse en el poder, atropellando todos los principios y volviendo añicos la legalidad.
Confían en que impondrán a Juan Manuel Santos, lo que cada vez parece más difícil, a medida que los ciudadanos ingenuos entienden la catadura de quienes los han engañado durante ocho años, abusando de su miedo a las guerrillas.
Buscando ese protervo fin, ahora -en vísperas de la elección presidencial, tan definitiva para la recuperación de nuestra dignidad y del respeto internacional- ladinamente Hugo Chávez ha sido acusado de meterse en la campaña electoral por el ministro Fabio Valencia Cossio (hermano de Guillermo León Valencia Cossio, un fiscal destituido y detenido por ser socio de narcotraficantes de Envigado).
También se sugiere que el presidente del país hermano intervino en el encuentro en Argentina de un testigo calificado (el mayor Juan Carlos Meneses, suficientemente conocedor de los arbitrarios procedimientos de nuestros tribunales) con el premio Nobel de Paz, Adolfo Pérez Esquivel .
Les es indiferente que el organizador de la reunión haya sido el jesuita Javier Giraldo, un conocido defensor de los derechos humanos, respetado internacionalmente tanto como internamente por los ciudadanos decentes.
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En cambio, en su constante búsqueda de impunidad, a quien hizo las graves sindicaciones como paramilitar de vieja data, contra Santiago Uribe Vélez, intenta desacreditarlo la jauría furibista acusándolo, a su vez, de haber recibido dinero por hablar.
Y, para exculpar al paramilitar hermano de presidente, alegan que se trata de un caso juzgado hace varios años; o, por lo menos, engavetado por el fiscal criminal, Camilo Osorio, ahora recompensado con una embajada.
Lo que no se atreven a afirmar es que las acusaciones sean falsas, pues saben que eso es muy distinto a que la justicia venal le haya decretado impunidad al distinguido genocida. Los dolientes son reales, y los asesinos no pueden negarles en la cara sus crímenes.
Derrumbe de la república mafiosa
Los escándalos actuales, cuando ya la prensa de derecha no le reconoce teflón al presidente ilegítimo, que alcanzó su triunfo con fraudes, le han restado toda credibilidad al impostor.
Así han frustrado los planes para perpetuarse en el poder, diseñados por su pariente José Obdulio Gaviria Vélez, el intelectual de la familia.
Éste caradura, ahora amedrentado por los escándalos del régimen, está gozoso con J.J. Rendón el venezolano maestro del engaño, la desinformación y la mentira, y prenda de victoria para el Lobo de Honduras y otros vendepatria, como el mismo Uribe Vélez en su segundo período, por lo menos.
El mismo venezolano ladino está asesorando a su gran admirador y ocasional patrón, Juan Manuel Santos.
Al efecto, no tuvieron inconveniente en pisotear la ley, sin rubor, con el cinismo característico de los poderosos inmunes e impunes. Pero ya dizque subsanaron su descaro, y todos lo olvidamos. ¿Por qué no si olvidamos los subsidios para los ricos, las expropiaciones de los colonos, los negros y los indígenas y hasta los falsos positivos?
Su propósito es prolongar la república mafiosa, al precio que sea y a cómo dé lugar, pues carecen de escrúpulos y les sobran recursos.
Pero es difícil que sus ambiciones de perpetuarse en el poder prosperen. Más bien, deben prepararse para enfrentar la justicia internacional, que hace años tiene en la mira a los capos que a punta de bombas, asesinatos, sobornos, chantajes, secuestros, mentiras y toda clase de crímenes, se apoderaron del gobierno en la sufrida Colombia.
Tampoco caerán engañados de nuevo los ciudadanos decentes, ajenos al narcotráfico y la parapolítica, que creyeron en las promesas de Uribe.
Ya entienden, y los aterra, el propósito del gurú paisa de dejarle el cargo a quien esté en condiciones de garantizarles impunidad a los criminales de cuello blanco.
La condición que le exige a quien lo suceda es prolongar su anticonstitucional política de "Seguridad Democrática", que sostiene por la fuerza la "Confianza Inversionista" que les garantice a las transnacionales el saqueo depredador de nuestros recursos naturales, en medio de la "Cohesión Social" ilustrada con cinco millones de desplazados y los gatuperios entre las lacras que se han arrimado al árbol furibista.
De todas formas, es innegable la calaña de Juan Manuel Santos, el candidato favorito de Uribe, y quien fue su ministro invasor del Ecuador y suplantador de la Cruz Roja Internacional, tanto como el que emitió la resolución que incentiva los "falsos positivos".
Se trata de un oligarca tradicional, seducido por y comprometido con las "clases emergentes", como llamamos política y socialmente en Colombia a los despiadados asesinos narcotraficantes enriquecidos a raíz de la ilegalización de los alucinógenos, y ansiosos de poder político.
Igual embrujo sufre su primo vicepresidente, Francisco Santos, jefe del bloque Capital de las Autodefensa Unidas de Colombia, confirmado por el inefable Carlos Castaño. Ambos hacen parte de los privilegiados manejadores de la opinión colombiana a través de su periódico El Tiempo.
Amenaza mundial
Si los macabros planes de guerra salen adelante, el aterrador flujo constante de petróleo en el Golfo de México, tanto como el derrame del 25 de mayo causado por el choque de dos barcos cisterna en el estrecho de Singapur y que han preferido silenciar, perderían magnitud, pues una guerra mundial es la peor catástrofe que amenaza a la humanidad.
Sería el medio más expedito para ocultar la crisis definitiva del sistema consumista, aplazándola sin resolverla. O sea, constituiría el recurso desesperado de los enemigos de la vida para alcanzar la extinción dentro del plazo fijado por las profecías.
Por eso, ante la guerra, las espantosas catástrofes ambientales, incluyendo la impresionante causada por la BP, serían casi trivialidades.
Así están las cosas, dependiendo de todos menos de quienes tendrían el poder para remediarlas actualmente, como Obama, si éste no fuese un simple títere de los halcones empeñados en destruirnos.
Su negligencia y pusilanimidad, tan bien disimuladas, según cree, significan traiciones sensibles y notables a sus promesas del discurso de posesión. No dejan dudas sobre quienes son los que monopolizan el poder contra el mundo entero.
La "solución" química, dirigida a disolver el petróleo en el agua, no es más que un intento deliberado de envenenar a las especies marinas, pues ningún animal se traga el petróleo voluntariamente, pero les queda difícil detectarlo cuando se los disuelven, de modo que no se enteran de la amenaza y no pueden eludirla.
Desde hace años, la irresponsable explotación de la naturaleza arrasa con la vida y el medio ambiente. El propósito del Imperio con los países arrodillados es sumirlos en la miseria, como le sucedió a Haití desde mucho antes del terremoto, durante décadas. Pero eso no les importa a los potentados ni a sus lacayos incondicionales.
El reto es inmenso. Exige rechazar y superar las sociedades mezquinas dedicadas a un consumismo enfermizo que confunden con "progreso", pero que se funda en un egoísmo elemental y primitivo, propio de las escaseces usuales en la Historia.
Oportunidades civilizadoras
Los potentados, que estimulan tamañas visiones miserables del mundo, son incapaces de entender y admitir que el máximo bienestar de cada uno sólo es posible si la sociedad se los garantiza a todos.
Es que el enorme e impresionante desarrollo de las fuerzas productivas –aunque degenerado, distorsionado, frenado y subordinado por los potentados- desborda totalmente la escasez y los crímenes ambientales, si se pone al servicio de la vida y la justicia.
Pero un propósito tan noble, conveniente y favorable lo abominan los potentados, convencidos de que son gente muy superior a los humanos comunes y corrientes, aunque estén sujetos a las mismas miserias de todos pero las experimenten en inodoros de oro.
El asombroso poder productivo actual exige unos volúmenes capaces de satisfacer las necesidades de todos, para desplegar su potencial máximo y justificar su costo, generalmente gigantesco, al menos en lo referente a investigación y desarrollo.
La producción de teléfonos celulares lo evidencia, tanto como la investigación del genoma humano, o los viajes ínterespaciales, o la búsqueda de curas para el cáncer.
Es que el avance técnico-científico, que es lo mismo que el desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad del conocimiento, nos ofrece la posibilidad de inventar y descubrir cosas extraordinarias, si dejamos de desperdiciar la inteligencia humana.
De ahí la necesidad de educarnos sin cesar, ofreciéndoles a todos y cada uno los recursos que requieran o que quieran para satisfacerse y realizarse, a su manera y a su gusto, con plena libertad.
Eso es lo que nos ofrece el desarrollo de las fuerzas productivas, cumpliendo a cabalidad las predicciones económicas del Marx científico, mucho más acertado que el Marx político.
Aparentemente, éste se equivocó al postular al proletariado como la clase decisiva, dueña y forjadora del futuro. Pero, tal vez acertó si consideramos que la producción sigue siendo la clave para satisfacer las necesidades sociales, pero que integra cada vez menos plusvalía como resultado de la automatización.
En estas circunstancias, impredecibles en el s. XIX, los obreros de la actualidad son científicos, en su mayoría, dedicados a la creación en vez de a la producción.
Ésta queda muy bien atendida por los robots, los cuales, además, nos facilitan el ocio, aunque los calvinistas se revuelquen en sus tumbas y nos pronostiquen la condenación por practicar el terrible vicio de la pereza, que es tan creativa y disolvente de las diferencias sociales, pero que los camanduleros, agobiados por sus mentes perversas, consideran la madre de todos los vicios.
En los cerebros de los jóvenes -que los potentados insisten en convertir en asesinos de extranjeros inocentes e inermes- reside la capacidad para reparar y negarse a prolongar los terribles daños causados por las vilezas de tales potentados, tanto como la posibilidad de superar las miserias de la Historia para construir una sociedad digna.
Pero todas ellas son cosas que no pueden adelantarse en función de los caprichos de un déspota, de un presidente o de un plutócrata de cualquier naturaleza (político, militar, clerical, banquero, feudal o industrial). Sólo son posibles pensando en términos de la especie, no de individuos aislados, por aristocráticos y distinguidos que se consideren.
Así va el mundo, demandando dignidad y presencia a todos los hombres de buena voluntad. Ya disponemos de los medios técnicos. Sólo falta la decisión de cada uno a ser, para sí y para todos.
OBNU
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