PODER POPULAR GLOBAL
Darío Botero Pérez
La situación de Libia es bastante delicada, pero diferente a las de Costa de Marfil y Nigeria donde sólo se trata de cambiar de dictador.
En cambio, se asemeja a las de Siria, Yemen y Bahrein, pues en los cuatro los dictadores se niegan a entregarle el poder al pueblo, y lo han reprimido a “sangre y fuego”, causando numerosas víctimas civiles e inermes.
La diferencia es que -mientras la población libia se vio forzada a acudir a las armas por la desmesura criminal del Quinto Jinete del Apocalipsis que resultó siendo Gadafi, con su clan familiar, para su pueblo y no para el Imperio neoliberal con el que resolvió aliarse y ahora lo repudia- los otros tres pueblos, siguiendo los pasos del tunecino y el egipcio, han continuado su resistencia civil multitudinaria sin dejarse amilanar ni caer en la trampa de la guerra civil armada que justifique los genocidios del régimen despótico y resueltamente criminal.
Les duelen sus muertos, pero saben que su muerte no será en vano mientras continúen la lucha, impidiendo que sea desvirtuada o degenerada por el enfrentamiento armado y la violencia ciega de las masas enardecidas.
La violencia es el recurso recurrente de la Historia que fenece, y que los potentados sionistas se esmeran en fomentar, mientras el máximo interés de la Humanidad exige repudiarla por siempre para vivir en paz.
Llegó la hora de remplazarla por la presencia virtual multitudinaria de todas las personas de buena voluntad que compartan la Hermandad Mundial Laica, la Sociedad Global Democrática, o como quiera denominarse esa insurgencia simultánea de los pueblos que está dando al traste con todos los gobiernos, remplazando las sociedades piramidales por una sociedad horizontal, plana, igualitaria, justa, rica, sensata, gratificante, solidaria, a nivel del Mundo entero.
Es la respuestas de los oprimidos y engañados por los potentados.
Están decididos a recuperar su dignidad y disponen de los medios para ejercer su soberanía, individual y colectiva, a fin de garantizar el reconocimiento de sus derechos por la sociedad, arrebatándoles el poder y la riqueza a los potentados que tan mal los han administrado y tanto daño siguen causando a un ritmo exponencial realmente infernal que la Naturaleza no soporta más.
El Mundo está perplejo pero bien dispuesto. Entiende que es el momento para que todos los ciudadanos de la Aldea Global les ofrezcan a los pueblos insurrectos una solidaridad clara, contundente, multitudinaria, pacífica y mundial.
Su obligación es denunciar las alianzas de los potentados con los gobernantes de todos los pelambres y, en particular, con los dictadores lacayos que oprimen durante años a los pueblos.
Los utilizan como clientes para sus armas, buscando fomentar guerras civiles que agiten las aguas y les den la oportunidad de intervenir físicamente en estos países, presuntamente para aliviar sus conflictos sociales pero, realmente, para aumentarlos mientras los saquean, como a Irak y a Afganistán.
Todos unidos -respetuosos de la Soberanía de los Pueblos y de su derecho a dotarse de la forma de gobierno que decidan y más convenga a su idiosincrasia-, podemos apoyarlos en su lucha contra los tiranos que los han suplantado y subyugado mientras se apropian del patrimonio público y mantienen a las mayorías en la miseria y el abandono.
Como principio básico de la Nueva Era, defendemos el derecho de todos y cada uno a participar en la definición de las normas y las instituciones que consoliden el ejercicio del poder por el pueblo, libre de gobernantes arbitrarios y corruptos, no sólo de los déspotas que han subyugado a los pueblos en rebeldía, sino de todos los farsantes que las falsas democracias occidentales emplean para engañar y subyugar a sus propios pueblos, y que anhelan imponerles a todas sus neocolonias insubordinadas cuyos gobernantes dictadores ya no le son de utilidad al Imperio.
Su propósito es disponer de sátrapas vendepatrias agrupados en partidos que se rotarían el gobierno, cambiando periódicamente el ejército de zánganos politiqueros, clientelistas y corruptos, dedicados a subyugar a los ciudadanos y a cocinar leyes que legitimen sus abusos, consagren sus impunidades y mantengan al pueblo en la miseria, privado del ejercicio del poder y sometido a toda clase de atropellos, a todos los niveles.
Esta maravilla de solución es la llamada “Democracia Representativa” de que tanto se ufana el capitalismo como su gran aporte a la civilización.
Se la conoce como la expresión pragmática del Liberalismo doctrinario que formularon personajes como Voltaire, Rousseau y Montesquieu, entre los franceses más conocidos, buscando vencer el absolutismo monárquico e imponer la vigencia de los derechos civiles, sociales y políticos implícitos en la exigencia de “Igualdad, Libertad y Fraternidad” por la Revolución Francesa.
Por su parte, USA -cuyos “padres fundadores” también teorizaron al respecto y (si exceptuamos al imperio de Malí cuya consagración de derechos y libertades no se limitó al “hombre y al ciudadano” sino que incluyó explícitamente a las mujeres y se estableció varios siglos antes) fueron pioneros en Occidente, con su revolución de independencia, en establecer parcialmente éstas ideas y totalmente aquellas como principios de gobierno- se considera obligado a imponerles a todos los pueblos que se dejen o no sean capaces de impedirlo, la ideología Liberal con sus tres ramas del poder, incluida su vilipendiada interpretación de la verdadera conquista de la civilización que es el Derecho.
Ya los ciudadanos lo entienden y no pueden dejar de recordarlo y reiterarlo, pues tienen la obligación de obrar en consecuencia antes de que las cosas empeoren y sea invencible la ventaja de los potentados, cada vez más desenmascarados, desesperados y resueltos a acabar con todo.
Tal sería el caso si logran desatar la tercera guerra mundial, en la que tanto se han esmerado pero no les ha cuajado.
Las invasiones a los países árabes con el pretexto de defender a los pueblos masacrados por sus verdugos internos, les facilitarían crear las condiciones para su exabrupto bélico, pues tendría el potencial de atizar la “guerra de civilizaciones”, en particular el enfrentamiento entre cristianos y musulmanes que les permita a los sionistas reencaucharse y cumplir sus profecías de destrucción del Mundo.
Por tanto, es urgente manifestar ese apoyo para participar en la derrota definitiva de los potentados, levantándose contra los que subyugan a cada pueblo, pues la lucha tiene que ser mundial para que sea eficaz -evitando que unos déspotas apoyen a otros-, logrando la transformación urgente (una verdadera “revolución”) que frene los atropellos persistentes y crecientes de los potentados contra la Vida, la Naturaleza y la Humanidad.
Todos tenemos que repudiar la guerra, los déspotas, los vendepatrias, los traidores, los despojos, la ignorancia, las pestes y la hambruna, el Neoliberalismo, en suma, que a todos nos agobia mientras fortalece a los enemigos comunes.
Si no los vencemos, las esperanzas se acaban. La amenaza es inminente y no da espera.
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