El 'camello' de recoger las firmas para los canditados presidenciales
En la campaña de Martha Lucía Ramírez 120 voluntarios tienen la tarea de recoger las firmas que avalen su candidatura. Foto: Archivo particular
¿Qué tienen en común Sergio Fajardo, Marta Lucía Ramírez, David Corredor y Jaime Araújo? Que aspiran a la Presidencia de la República y que pese a que están en distintas orillas ideológicas y no tienen maquinaria política, quieren inscribir sus candidaturas mediante firmas recogidas entre los ciudadanos, mecanismo previsto en el artículo 108 de la Constitución y reglamentado por la Ley de Garantías Electorales. El ex alcalde Fajardo lleva más de un año recorriendo el país en busca de adeptos para su causa, y con ayuda de voluntarios adelanta la recolección de firmas pero la tarea no ha sido tan fácil como parecería, entre otras razones porque hay otros tres candidatos en busca de lo mismo.
Si, como dicen en el Congreso, "una firma no se le niega a nadie", en las calles de ciudades y pueblos la cosa es a otro precio. Que las personas se muestren abiertas a oír las propuestas de los candidatos es fácil, pero que decidan ponerles la firma para apoyar sus aspiraciones es un 'camello', pese a que la planilla de Registraduría solo exige tres requisitos: nombre completo, cédula y teléfono.
La gente siente desconfianza porque cree que dar esa información puede tener implicaciones posteriores. "Existe la percepción ciudadana de que firmar por un candidato compromete el voto -dice el ex presidente de la Corte Constitucional Jaime Araújo-. Pero la realidad es que quien firma puede sufragar en las elecciones presidenciales por un candidato diferente". No obstante, el principal motivo de desconfianza nace de la poca credibilidad que despiertan los políticos, incluso los que se presentan como independientes de los partidos. Martha Llano, coordinadora logística de la campaña de la ex senadora Ramírez, reconoce los problemas: "Aunque hemos contado con suerte, lo más difícil es vencer la desconfianza de la gente, que no confía en la clase política". La campaña de Ramírez tiene un grupo de 120 voluntarios -60 en Bogotá y 60 en el resto del país- que intentan convencer a casi 400.000 colombianos para que firmen las planillas.
Duros de convencer
Para David Corredor, candidato del Movimiento Socialista Bolivariano, que sigue los postulados del Socialismo del Siglo XXI del presidente de Venezuela Hugo Chávez, "lo más trabajoso para la campaña es la desconfianza que produce la palabra socialismo y por eso nos toca gastar el doble de tiempo en la labor de convencimiento". Ex candidato a la Alcaldía de Cúcuta, Corredor recorrió el país durante febrero y marzo, y luego estuvo 15 días en Venezuela en busca de firmas entre la numerosa colonia colombiana. Asegura que ha recogido 20.000 y que las tienen debidamente verificadas: "Cada planilla es para 35 firmas y aspiramos a llenar 15.000 planillas. Debemos conseguir más de 500.000 para evitar sorpresas en el conteo que hace la Registraduría, que siempre anula por alguna inconsistencia en los datos".
Para el ex magistrado Araújo conseguir 355.922 firmas, el 3 por ciento de la votación en las elecciones presidenciales de 2006 -11'864.410 votos- es exagerado. "Es un requisito que nos han impuesto a los independientes y que implica conseguir por lo menos medio millón de firmas porque la Registraduría siempre anula un porcentaje considerable". Salvo Corredor y Araújo, quien asegura haber conseguido cerca de 100.000 firmas mediante la estrategia de subir las planillas a su página web -pueden ser descargadas y fotocopiadas- y de las jornadas 'Septimazo de Bogotá' que hace los viernes, el secreto mejor guardado de las campañas es el número de firmas recogidas. Ni siquiera la de Fajardo, que comenzó la recolección el 4 de junio y dice haber recogido 7.000 ese día, revela la cifra real.
De puerta en puerta, de calle en calle, mediante Internet, lo cierto es que las cuatro campañas tienen estrategias similares para recoger firmas, aunque no todas tienen el mismo número de personas dedicadas a esa labor. Mientras en las campañas de Ramírez, Corredor y Araújo los voluntarios apenas superan las 100 personas, la de Fajardo tiene todo un batallón: 2.107 hogares en 130 municipios. Pero la verdadera diferencia, como dicen, "está dentro del tarro". Es decir, la hace el propio candidato.
Los cuatro candidatos que buscan inscribirse con firmas tienen hasta mediados de diciembre para lograr el número mágico de 355.922 para que las certifique la Registraduría. En 'plata blanca' significa que deben recoger por lo menos 2.000 diarias. Una tarea titánica que demuestra que jugar de independiente no es tan fácil como parece pero que aun así hay 'valientes' que se le miden para pescar en el río revuelto del desprestigio de los partidos.
Revocar no es tan sencillo
Si inscribirse como candidato por firmas es difícil, revocarle el mandato a un dirigente local sí que parece una odisea. Por ejemplo, en ciudades grandes como Bogotá, en donde un movimiento ciudadano está impulsando a través de Facebook la revocatoria del alcalde Samuel Moreno, los requiistos son duros de cumplir. Según la reglamentación electoral, para solicitar la revocatoria es necesario el 40 por ciento de las personas que votaron por el alcalde. En este caso, 377.000 firmas. Si la Registraduría las certifica, para revocarle el mandato debe sufragar el 55 por ciento de los votos válidos de la última elección en la capital de la República. La tarea en este caso tampoco es fácil, sobre todo por la apatía de votar en jornadas que no coinciden con elecciones generales.
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