Jose Antonio de Sucre y Alcala
Nació, en Cumaná el 03 de febrero de 1795, quinto hijo del matrimonio de Vicente de Sucre y Urbaneja y doña Manuela de Alcalá, ambos de sólida posición política, social y económica para la época. Hasta ahora se desconoce su lugar de su nacimiento. En su fe de bautismo reza lo siguiente: "A los 20 días del mes de febrero de 1795 años yo, don Francisco Josef del Águila, certifico que con mi licencia y asistencia, el presbítero doctor Josef Cándido Martínez, secretario de visita, bautizó solemnemente, puso óleo y crisma a Antonio Josef Francisco, hijo legitimo de don Vicente Sucre y doña Manuela Alcalá, el cual el niño tenía diez y siete días de nacido. Fueron sus padrinos el beneficiado don Patricio de Alcalá y doña Juana Jerónima Sánchez, a quienes advertí su obligación y espiritual parentesco, y para que conste lo firmo y de ello doy fe. Francisco Josef del Águila".
Sucre fue bautizado por el padre Cándido Martínez, 17 días después de su nacimiento, en la iglesia matriz de Cumaná que estaba ubicada entre la calle de la Ermita, hoy calle Ribero, y la calle del Medio, hoy calle Bolívar. Dicha iglesia fue destruida por el terremoto de 1797; y fue destituida por la Ermita o capilla del Carmen, la hoy iglesia de Santa Inés se construye después del terremoto de 1853 y no como expresan varios autores de la historia que Sucre fue bautizado allí ya que es un error histórico.
La madre de "Antoñito", como se le conocía cariñosamente, murió el 11 de junio de 1802, cuando el niño tenía 07 años de edad. La progenitora dejó 07 hijos, y su padre, don Vicente, dos años después, contrae nuevas nupcias con doña Narcisa Márquez de Alcalá. Tal situación debió influir en el ánimo del menor, lo que obliga a su tío don José Manuel de Alcalá, a encargarse de su educación inicial y quien le enseña a leer y escribir, así como el manejo de los números y las matemáticas. Hay hipótesis de que fue su tío José Manuel por ser francmasón lo inicia en la logia masónica "Perfecta Armonía Nº 74" para ese entonces a la edad de 16 años; o como también se sospecha que fue iniciado por su tío padrino Antonio Patricio de Alcalá y su maestro Tomás de Mires en Caracas a finales de 1810.
El propio Sucre, nos expresa el general O'Leary en sus "memorias", le confiesa al Libertador, en una carta enviada desde Chuquisaca al referirse a su tío José Manuel: "Fue el quien me inspiro los sentimientos con que creo haber servido a mi patria".
La influencia social y política que ejercían las familias Sucre y Alcalá llevan al gobernador de la provincia don Emeterio Ureña, a otorgarles un pasaporte para trasladarse a la isla de Trinidad, el 29 de diciembre de 1812, a los hermanos José María y Antonio José de Sucre y Alcalá. En el pasaporte otorgado a los hermanos Sucre se lee lo siguiente: "Don Emeterio Ureña, coronel de los ejércitos nacionales de las Españas, gobernador e intendente y capitán general de las provincias de Cumaná.
Concedo libre y seguro pasaporte a don José María y don Antonio Sucre. Dado en Cumaná, a los 29 días de diciembre de 1812. Emeterio Ureña".
El 02 de abril de 1814, conoce al Libertador, cuando éste se entrevista con el general Santiago Mariño en la Victoria hoy estado Aragua, hecho que le hace merecer la confianza de Bolívar. El presbítero y periodista e historiador Juan de Dios Andrades describe este acontecimiento: "Un día de los primeros meses de 1814, en cierta casa que servía de cuartel del ejército del Libertador, se encontraban Bolívar y Mariño. Un oficial, un tanto embelesado con los movimientos y peroraciones de Bolívar, no le quitaba la vista. Intrigado Bolívar por la fijeza de aquellos ojos que le contemplaban, pregunto a Mariño por el nombre del oficial, que apenas tenías dicienueve años.
Es el oficial Sucre, responde Mariño. Es probable que Bolívar haya olvidado aquel encuentro. No así Sucre. Éste reconoció desde el primer momento los destellos del Genio. Esa impresión debió ser el punto de partida de una inquebrantable adhesión, de una indisoluble amistad y de una permanente admiración".
"Entre los dignos oficiales que integraban el Estado Mayor del ejército de Mariño estana el teniente coronel Antonio José de Sucre, que lo preside, testigo de la entrevista con el Libertador, realizada el 02 de abril de 1814 en la casa de don Juan de la Madrid, en la Victoria. De esa entrevista nació la amistad de Sucre y Bolívar, que sólo la muerte pudo acabarla".
En 1820 el Libertador, lo designa junto a los generales Pedro Briceño Méndez y José Gabriel Pérez, comisionados para redactar y discutir el tratado de regularización de la guerra y la firma del armisticio de Santa Ana de Trujillo, que se hace con el brigadier Pablo Morillo. Bolívar, al referirse sobre Sucre: "Es el autor del más bello monumento a la piedad aplicada a la guerra".
Nombrado en 1821, jefe del ejército del sur de Colombia, el gobierno de Guayaquil le entregó el mando de sus fuerzas, con los cuales derrotó a los españoles en las batalla de Yaguachi, Riobamba y Pichincha, asegurando la independencia del Ecuador y consolidando la posición de Colombia.
Bolívar lo ascendió a general de división, nombrándolo además comandante del departamento de Quito. Sucre no tardó en anotarse nuevas victorias en Guitara y Yacuanquer y Pasto. En abril de 1823, viajó a Lima como ministro plenipotenciario de Colombia.
Estuvo en Junín y el 09 de diciembre de 1824, dirigió la batalla de Ayacucho, sacando a relucir sus grandes cualidades de estratega. La batalla de Ayacucho, no sólo fue una demostración de pericia bélica, sino también de humanidad y cortesía. Escribió al respecto el cronista peruano Niko Cisneros: " Las tropas alistábanse para la batalla decisiva, cuando llegó a las avanzadas de los Libertadores, el general hispano Monet acompañado por dos subalternos y amparado por la bandera de parlamento. Llevaba el sentir de su gente que tenían familiares y amigos en las tropas patriotas, y que deseaban visitar antes que la muerte cerrara sus ojos".
A la una de la tarde, la batalla de Ayacucho habia terminado con el rotundo triunfo del ejército de la libertad. Cuando el virrey La Serna, herido y apresado entregó su espada al general Sucre la rechazó diciéndole: "Honor al vencido, Gloria al vencedor . Que continué en manos del valiente.
Luegos,los términos de la capitulación no pudieron ser más generosos ni caballerosos. Así se mostró que la nobleza y la hidalguía era tan suramericana como española.
El congreso peruano le dio el título de "Gran Mariscal de Ayacucho", que el Libertador alabó al guerrero con estas palabras: "El general Sucre es el padre de Ayacucho; es el redentor de los hijos del sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro al imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna del Manco Cápac y contemplando las cadenas del Perú, rotas por su espada".
En 1825, Sucre influyó para que las provincias del Alto Perú se independizaran, constituyendo un país soberano al que llamaría Bolivia, en honor al Libertador y promulgada la carta constitucional, Sucre fue elegido como su primer presidente vitalicio.
Al frente del gobierno boliviano, Sucre promulgó leyes progresistas, hizo la división política del país de acuerdo con el sistema francés, en departamentos, provincias, cantones y vicecantones. Impulsó la instrucción pública, organizó el aparato administrativo, liberalizó las costumbres y encaminó ambiciosos programas para la recuperación económica.
Pero la sombra de Caín no dejaba de agitarse. El 18 de abril de 1828, estalló un motín en Chuquisaca, el Mariscal Sucre fue herido de un balazo en un brazo. Este incidente lo hizo tomar la decisión de abandonar el cargo, para evitar rencillas y contribuir a la pacificación de la República.
De regreso a Colombia, el 28 de octubre de 1828, el gobierno lo nombró jefe de las tropas encargadas de repeler la agresión peruana. Con su habilidad característica, Sucre derrotó al ejército peruano que dirigía el Mariscal José de la Mar, en los campos de Saraguro y Tarqui.
Finalmente, el 04 de junio de 1830 cuando viajaba por la montaña de Berruecos, al llegar al sitio de la Jacoba, lo esperaban emboscados varios asesinos: Apolinar Morillo, José Erazo, Juan Gregorio Sarria y tres acompañantes, los cuales habían sido contratados por el general José María Obando, Comandante de las tropas del Cauca y el general venezolano Juan José Flores. Quiero aclarar que el general Francisco de Paula Santander no esta implicado en la muerte del general Sucre, eso es un error histórico ese mismo año de 1830, Santander se encontraba exiliado y viviendo en París Francia.
Bolívar que estaba enfermo en la costa del Atlántico colombiano, al conocer el luctuoso suceso exclamó: "Santo Dios! se ha derramado la sangre de Abel!... La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida".
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