LA DESFACHATEZ REVELADA
Darío Botero Pérez
Basta ser normal para entender que los potentados son unos idiotas desalmados, convencidos de que el dinero es la máxima aspiración de un ser humano, y que cualquier crimen justifica el objetivo de conseguirlo, así sea sólo para acumularlo.
Al menos, eso nos quieren hacer creer, pero sus intenciones y motivaciones pueden ser mucho más macabras y perversas, ya que su consecuencia es la destrucción de la biosfera y la extinción de la vida.
De todos modos, su apego a la fuerza y la violencia les ha servido para imponérseles a los mansos y decentes que conforman las mayorías, despojándolos hasta de su condición humana.
Es vergonzoso, pero muy indicativo del carácter del período cósmico y antropológico que llamamos Historia, saber que un hombre culto pero enceguecido por la ambición, como Alejandro Magno, en vez de desatar el Nudo Gordiano (algo que requería inteligencia) prefirió deshacerlo a filo de espada, declarando la superioridad de los músculos sobre el cerebro.
Ese individuo, héroe de la Historia, representa lo que no tiene cabida en la Nueva Era. La idiotez (o la perversidad) de los actuales potentados es patética, mientras la de Alejandro se calificó de genialidad. ¡Cosas de los tiempos!
Sus presentes herederos son monstruos como los sionistas, o los petroleros, o los banqueros, o los negociantes de la salud, o los caballeros de la Industria Militar USAna, o los grandes mineros, capaces de destruir la naturaleza en plazos cada vez más cortos y con resultados peores, pues sólo dejan desolación y miseria donde había vida y belleza.
Pero los gobernantes vendepatrias pretenden que los felicitemos porque la tasa de depredación es creciente. Por eso se enorgullecen, como el ex dictador Uribe Vélez en Colombia, porque la inversión de la gran minería creció en un promedio del 26% anual durante su desgobierno.
A ese ritmo, en unos cuantos meses no quedará nada para saquear. No obstante, su sucesor, Juan Manuel Santos, pretende deslumbrarnos con las regalías que se suelen robar los intermediarios y los politiqueros.
Promete darles una distribución más equitativa en vez de rechazar e impedir el pavoroso atentado a la Naturaleza, que convierte en desiertos, eriales y cascajeros lo que fueron irremplazables e invaluables nichos de vida.
La perversidad de estas acciones es innegable. Obedecen a una mentalidad que tenemos que superar pero que fue necesaria en la beligerante Historia. Los descubrimientos del proyecto HAARP pueden servir para enfrentar los desafíos de la Naturaleza en vez de empeorarlos, como pretenden los potentados apocalípticos.
Desde hace años se sabe que "El hombre tiene que aceptar la responsabilidad no sólo de preservar, sino también de crear medios habitables para sí y para las otras especies con las que ha de compartirlos. El destructor debe convertirse en creador. Sólo entonces podrá la Tierra ser permanentemente habitable para la humanidad y para la especie hacia la que finalmente ésta evolucionará" (Ver "Enciclopedia de la Tierra", 4ª. Ed., Aguilar S.A de Ediciones, 1992, p. 79) (negrilla agregada por DBP).
Las obras compensatorias por el daño causado al medio ambiente por las actividades extractivas propias de la minería, aportan daños adicionales que se disfrazan como "progreso" aunque, generalmente, son mera infraestructura para ampliar y agilizar el saqueo irresponsable e irreparable de riqueza natural no renovable.
También los atentados contra la preciosa Costa Rica, un cautivante oasis natural excepcionalmente pacífico y acogedor, cuentan con el apoyo de los gobernantes vendepatria, como Oscar Arias y su sucesora, Laura Chinchilla. (Ver Anexos "Oscar Arias Sánchez" y "Costa Rica, ¿Tiene rumbo el Gobierno de doña Laura?")
Como los títeres de otros países dependientes, a título de explotar los recursos naturales, o de aumentar la depredadora inversión extranjera que los enorgullece como cipayos destacados, condenan a la población a la miseria y a muchas especies a la extinción, aplicando las recetas suicidas del Neoliberalismo, desesperado por hallar fuentes de ingresos que oculten su crisis definitiva pero que, de hecho, la agudizan.
Parece que sólo los motiva el lucro y les es indiferente agravar la catástrofe mundial pero, en realidad, éste es su propósito evidente.
Disfrazan como codicia (algo feo pero aceptable como expresión del instinto de supervivencia ejercido en medio de sociedades insolidarias y opresoras, donde el pobre no vale nada) su destrucción deliberada de la biosfera, que expresa su odio a la vida.
Ya los criminales no nos conmueven ni los admiramos. Sus recetas empeoran el desastre en vez de resolverlo o mitigarlo. ¡Los detestamos y sabemos que son incapaces de asegurar algún futuro!
Bush lo entendió, tras recibir muchos desaires y desplantes.
Benjamín Netanyahu, el sionista asesino y cínico, también lo está comprendiendo, de modo que acelera su solución bélica preparando a los judíos que viven en Israel para la guerra, incluyendo prácticas de supervivencia y simulacros ante presuntos ataques atómicos y tóxicos que alimentan la paranoia y el miedo de los judíos normales, víctimas de los sionistas extremistas.
Pero la presión internacional lo está obligando a aparentar intenciones ciertas de respetar la dignidad de los palestinos y reconocerles su derecho a una patria en los suelos que han habitado durante milenios.
En estas circunstancias, su propósito guerrero se diluye, pues cada vez les es más difícil hallar pretextos para desatar la guerra a quienes sólo cuentan con ella como recurso para perpetuar su despojo del poder que pertenece a todos.
En fin, el creciente desprecio que despiertan en las personas decentes, lo intuyen todas esas llagas humanas, verdaderos cánceres para la especie y el Planeta, basuras que no respetan la vida, de modo que la vida les está diciendo; ¡Gas, qué asco son ustedes!
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