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Credito: CiudadCCS |
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21/11/10.- ¿Es posible una revolución socialista en la meca del mercado y la cultura del capital? Steave Warshell, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en las pasadas elecciones generales de Estados Unidos no podría responder que no.
“Siempre sostuve que sí, pero no por casualidad, no automáticamente y no por evolución. Sólo por revolución y sólo por pensar en que la gente trabajadora asuma un partido revolucionario que pueda presentar un sendero claro y avanzar en sus luchas, hacia la unidad con otras luchas para tomar el poder y dirigir al Estado capitalista”, señala el representante de la organización política que se declara leninista.
Para Warshell, el trabajo de hormiga que asume la organización de apenas cinco mil militantes en fábricas, en las calles y desde la editorial Pathfinder –un clásico invitado de la Feria Internacional del Libro de Venezuela– se centra, en el contexto actual, en la construcción de la unidad de la clase obrera.
—¿Cómo es posible la revolución en un país en el que se ve tan poco interés por la política?
—Las condiciones en EEUU no son como la gente piensa. La clase media representa 30 millones, pero eso significa que existen 280 millones que no tenemos mucho, que estamos luchando por mantener nuestros beneficios. Yo he tenido que pasar casi 20 semanas sin trabajo, sin beneficios. Nosotros estamos en el principio del sendero, pero es importante tener en cuenta que la clase obrera se encuentra más unida, más integrada, más internacional que nunca antes. Eso es un cambio beneficioso para nosotros en la construcción de un partido revolucionario, y para los sindicatos. Somos los sepultureros del capitalismo. Hay mucha capacidad en los trabajadores.
—¿A qué se debe esa unidad?
—Pienso que la inclusión en EEUU de tantos trabajadores de América Latina y de Asia tiene un efecto refrescante en la clase trabajadora. Son personas que no se encuentran influenciados por los efectos del chauvinismo. Tienen apreciaciones diferentes de la explotación y del imperialismo y también una perspectiva de su vida distinta. Eso es muy importante en un país imperialista como EEUU. Eso ha sucedido varias veces antes en la historia, hemos tenido una marea de inmigración en el año 1880, en la década de 1920 y ahora. Es bueno, porque después de ellas, cosas inmensas han sucedido.
—¿Cómo es la experiencia de organizarse en EEUU?
—En 2008, cuando se vivió la gran depresión, la clase trabajadora fue muy dividida y superar esas divisiones es nuestra meta. EEUU es un país muy racista con mucha brutalidad policial, especialmente en los barrios negros. Ese es un problema que enfrentamos diariamente. Pienso que ahora hay menos divisiones, pero lo importante es entender la situación de los indocumentados, que es una cacería de brujas contra ellos. Siempre en la historia de EEUU la clase dominante ha intentado mantener a un sector de la clase obrera excluido, sin derechos, y esos son especialmente los indocumentados. Por eso es que siempre estamos acompañando sus luchas.
LEYES QUE RESTRINGEN LA SINDICALIZACIÓN
“Cada vez es más difícil organizar un sindicato y ejercer el derecho a organizar actividades políticas en el trabajo”, afirma Warshel. “Los patrones, la policía, el Gobierno en general no lo permiten y ponen cada vez más presión”, agrega.
La legislación de los EEUU excluye a grandes grupos de trabajadores y trabajadoras del derecho de sindicalización, como los trabajadores agrícolas, muchos trabajadores del sector público, los trabajadores domésticos, los supervisores y contratistas independientes. Por otra parte, para la mayoría de los trabajadores del sector privado resulta sumamente difícil formar sindicatos y la presión antisindical de los empleadores es frecuente, de acuerdo con el último informe de la Confederación Sindical Internacional (CSI).
—¿Vieron con esperanzas la llegada al poder de Obama?
—Nosotros no ganamos nada en 2008. Los demócratas ganaron. El pueblo no ganó nada. La gente pensaba que se le había dado su merecido a Bush, pero al mismo tiempo, ¿qué hemos obtenido? Nada. Ellos van a marchar juntos en sus políticas para aumentar los impuestos a los trabajadores y favorecer a los patrones, para sacar más del seguro social, para aumentar más la edad de jubilación. Todo eso lo están haciendo. Es importante saber que estos dos años en el senado, cuando había 70% de demócratas, hemos tenido más deportaciones que nunca antes. Más que en la segunda guerra mundial. Yo no he visto unos comicios democráticos en la historia de EEUU. No existe. Porque es democrática en sus normas, pero es una dictadura de clase.
—¿Por qué participan en las elecciones?
—Gracias a eso podemos hablar con mucha gente como los demócratas y los republicanos, pero con ideas revolucionarias y planteando la toma del poder.
—¿Cómo ven la Revolución Bolivariana?
—Sólo tengo cinco días aquí. Puedo decir es que existe mucha gente interesada en discusiones acerca de cómo cambiar el mundo. Eso es muy bueno. He visto también gente muy culta a quienes le interesa leer y discutir ideas. Eso es mucho mejor que en EEUU. Hay mucho interés en el socialismo acá.
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Una discusión que tiene años
El debate acerca de la posibilidad de un cambio social en EEUU fue suscitado en 2007, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Venezuela, a raíz de la charla “EEUU, una revolución posible”, presentada por Mary-Alice Waters, presidenta de la Editorial Pathfinder, del Partido Socialista de los Trabajadores.
La discusión contó con el aporte, entre otros intelectuales, de Eva Golinger, abogada venezolana-norteamericana, quien se opuso al optimismo de la perspectiva de Waters al argumentar que la clase inmigrante trabajadora en EEUU, lejos de ocupar un papel de vanguardia, desea acomodarse en la sociedad capitalista y consumista norteamericana.
Por otro lado, Golinger observó que en EEUU la gente no es pobre y hambrienta como lo era en Venezuela.
La discusión fue compilada en el libro ¿Es posible una revolución socialista en EEUU?, que fue editado por Pathfinder.
Jimena Montoya / Ciudad CCS.
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